Tuesday, April 12, 2005

De mis noches con el Astrónomo y la Princesa de la Timidez

Las noches estrelladas siempre han sido mis favoritas. Nada distiende más mi alma que quedarme sentado, en silencio, contemplando aquellas alhajas que el cielo nocturno luce tan orgulloso. Y, en esas noches, dos de mis antorchas desaparecen de la pared. Nunca logro verlas en el momento justo, porque siempre ocurre al mismo tiempo que, a lo lejos, veo aparecer dos siluetas que avanzan hacia mí. Un hombre y una mujer. El astrónomo y la Princesa de la Timidez.
Junto a ellos paso esas noches, cobijados por el fuego y el calor de las antorchas que, desde la pared, parecieran observarnos.
Más de una vez, la Princesa me obligó a contarle la historia de esa antorcha tan brillante y tan ornamentada. La historia de mi Antorcha de Cristal. Sus ojos denotaban solo sorpresa cuando mi relato llegaba al punto en el que las llamas me envolvían pero no me quemaban en absoluto.
El astrónomo, en cambio, centraba su atención en la Antorcha de la Contradicción. Le intrigaba mucho ese fenómeno tan inusual, ya que esa antorcha iluminaba solo hacia a tras. Llegó a incitarme a apagarla, pero le expliqué que yo no tocaba a mis antorchas, no influía en ellas, simplemente las dejaba ser. Y si esa antorcha no quería iluminar mi camino, que así fuera. Yo valoraba su luz, aunque solo iluminara el camino recorrido y nunca el camino por recorrer.
Cómo tal, el astrónomo, vivía mostrándome figuras que, casi graciosamente, las estrellas dibujaban en el oscuro manto del firmamento. Me enseñó que no hay solo estrellas y Sol allí, en el infinito. Que existe una gran variedad de cuerpos celestes, y prometió mostrármelos cuando pudiera terminar su libro.
Así pasaba yo mis noches, mis ojos se iluminaban cada vez que ellos aparecían, porque aliviaban la soledad de mis noches ahora que mi Vampiresa ya no se acercaba y la Bruja había quedado atrás.
Una noche, la que hasta ahora ha sido la última en compañía de ellos, el astrónomo me asignó un conjunto de estrellas en el cielo. Un conjunto de cuatro estrellas. El la llamaba “Cruz del Sur” y prometió que, en su libro, me explicaría por qué ellas eran para mí. Y en esa misma noche estrellada, ellos se fueron. Y nunca más volvieron. Pero, cuando hubieron desaparecido totalmente entre las penumbras del laberinto, en mi pared, al volver a aparecer las antorchas como cada noche, noté un detalle. Una, al volver, había tomado el tamaño y la fuerza las Tres Antorchas, las más fuertes.
Hoy ya no son tres, son cuatro.
Gracias a mis noches con el Astrónomo y la Princesa de la Timidez.

3 comments:

Anonymous said...

Ahhh.. otra vez.. Gracias Zacha.. y cada vez que lo lea lo voy a decir. Segui scribiendo,
atO.

Anonymous said...

=)

Anonymous said...

...pero va a venir otra feria mundial pronto verdad Zacha?¿
antes..del...viernes...?¿